Jackson Cionek
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¿A Dónde Va la Conciencia Cuando Nos Detenemos?

¿A Dónde Va la Conciencia Cuando Nos Detenemos?


Cierre Filosófico: Silencio, Sueño, Coma, Meditación y la Disolución de los “Yoes”

Concepto: Estados sin Narrativa y la Reconexión con la Interocepción Pura


Cuando el hacer cesa, el hablar se silencia, el cuerpo descansa y la atención se retira del mundo — ¿a dónde va la conciencia?


En nuestro modelo, la conciencia no es una sustancia ni una secuencia de pensamientos, sino un movimiento que se percibe en el metabolismo producido. Surge cuando existe una Mente Damasiana activa — es decir, cuando hay integración entre interocepción y propiocepción —, permitiendo que el Yo se referencie dentro del Apus, la propiocepción extendida que sitúa al cuerpo en el espacio vivido.


Cuando todo se aquieta, no desaparecemos. Volvemos a lo que llamamos PuraMente: una conciencia no narrativa, plenamente presente, que no necesita probarse a sí misma.


Silencio: La Escucha Que Revela el Ser


En el silencio, la conciencia deja de girar alrededor del pensamiento o del deber.

Comienza a reposar sobre ritmos más sutiles: la respiración, los latidos, la temperatura, los movimientos internos.


Esta percepción no es vacía: es presencia sin exigencia.

El cuerpo se reubica en Apus, sintiéndose completo, enraizado y suficiente.


Sueño y Coma: Fronteras de la Conciencia


En las fases profundas del sueño (especialmente el N3), los “Yoes Tensionales” se disuelven. Sin embargo, el cuerpo sigue regulándose — y la Mente Damasiana permanece activa, aunque sin narrativa.


Pero en ciertos niveles profundos de coma, puede haber una inhibición severa de la interocepción y la propiocepción.

Cuando eso ocurre, el metabolismo de la mente deja de configurarse como flujo percibido, y la conciencia pierde su capacidad de referenciarse dentro del Apus.


Esto no significa que el alma desaparezca, sino que faltan las condiciones perceptivas para que se manifieste.


Según nuestro enfoque, el alma no es una entidad separada, sino un estado llamado Pei Utupe:


* Utupe es cualquier imagen cerebral o memoria semántica,

* Pei es la emoción que conecta esa imagen con el presente.


Por lo tanto, el alma (Pei Utupe) es la vivencia de la memoria en el ahora.

El espíritu, en cambio, es solo Utupe — una idea o recuerdo sin emoción.


En el coma, el espíritu puede persistir de forma latente, pero el alma no puede emerger sin la conexión entre emoción y percepción.


Meditación: Un Recorte de la Fruición para Soltar los Yoes y Recuperar el Flujo


La meditación, en nuestro modelo, no es un fin en sí misma, sino una técnica derivada de la fruición — una decisión consciente de interrumpir el hacer para que el cuerpo recupere su percepción viva, sin narrativas.


Cuando se practica con metacognición, la meditación abre un espacio donde los Yoes Tensionales se disuelven sin conflicto.

No dejamos de existir — simplemente dejamos de representar.


En esta quietud, la conciencia descansa sobre la interocepción pura, en contacto con lo que el cuerpo siente sin esfuerzo.

Y es aquí donde surge algo clave: la propiocepción imagética se intensifica — imágenes internas brotan no desde el pensamiento, sino desde la memoria sensoriomotriz del cuerpo.


Como ocurre en el sueño REM — especialmente en los estados tónicos y fásicos —, donde el cuerpo permanece inmóvil pero la mente se reorganiza a través de imágenes internas, la meditación permite que la Mente Damasiana se reconfigure simbólicamente desde dentro.


Estas imágenes internas reorganizan atención, emoción e identidad — no como relato, sino como territorio sentido.

Y en ese campo interno, el Apus se convierte en el escenario donde pueden emerger nuevos Yoes no compulsivos, más suaves, más estables, más propios.


La Conciencia se Retira, se Reorganiza y Regresa con Otro Ritmo


Cuando nos detenemos, la conciencia vuelve hacia adentro.

Deja de proyectarse en expectativas y escucha el cuerpo.


Y cuando regresa, lo hace con otro ritmo:

más calmo, más presente, más auténtico.


Conclusión: El Ser entre los Yoes


La conciencia no habita solamente en las tareas ni en las historias,

sino en el movimiento sutil del cuerpo que se percibe vivo.


Fluye entre los Yoes, en las pausas, en los sueños, en los silencios.

Y mientras el cuerpo pueda sentir — aunque no haya palabras —

hay una mente viva referenciándose en el Apus. Eso basta para que seamos.


Cuando el metabolismo de la mente se apaga — como en ciertos niveles de coma profundo —

la conciencia no desaparece por ausencia de alma,

sino porque no hay estructura perceptiva activa capaz de generar Pei Utupe.


Sin emoción, sin sensación, el alma no puede manifestarse.

Puede quedar el espíritu — el Utupe sin emoción —

pero el alma, como memoria sentida en el ahora, necesita del cuerpo para vivir.


La vida pulsa mientras puede ser sentida.

Y donde hay cuerpo sentido, hay conciencia presente.

 
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Jackson Cionek

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